Presentación
¿Con qué derecho se pone él a hablar de esa otra mitad de la humanidad a la que no pertenece? Esta pregunta obsesiona a este hombre, actor, al que un día se le pide que conciba un espectáculo sobre la condición femenina. La pregunta le obsesiona y le angustia a tal punto que una noche sueña que intercambia su cuerpo con el de su mujer. Ante la imposibilidad de despertarse, es en el sueño donde él -¿o debería decir ella?- realiza el espectáculo, pero teniendo él el cuerpo de su mujer, deberá ser su hombre... o sea ella con cuerpo de él quien suba al escenario.
Con este preámbulo, Alberto García nos presenta historias como la de la mujer que conversa con el hijo que ha decidido no tener, o esa otra de la falda que busca desesperadamente alguien que pueda hacerle un retoque, o la parábola del príncipe que quería que un pájaro se quedara a vivir en su palacio para poder admirar su belleza.
Historias, todas ellas, nacidas de la pluma de Alberto García, algunas veces inspiradas en hechos reales; otras fruto de esa invención y fantasía que nos permite alejarnos de la realidad para mejor abordarla y entenderla. Todo ello –el azar hace bien las cosas– en un momento histórico en el que la lucha feminista entra en una fase crucial.
Nota de intención
ELLA Y MI GÉNERO nos habla de la realidad que sufren las mujeres en nuestra sociedad. Si este es el tema principal del espectáculo, otro tema menos evidente ha estado presente durante todo el proceso de escritura, a saber: la mirada con la que nosotros, hombres y mujeres, observamos la situación de discriminación de las mujeres.
Todos sabemos cuales son los problemas de esa mitad de la humanidad: violencias de género, diferencias salariales, reparto desigual de las tareas domésticas… ¡Esperad un momento! Cuando habéis leído las palabras todos sabemos, ¿no habéis sentido un poco de fastidio e incluso el deseo de dejar de leer? Si todos sabemos, entonces ¿por qué hablar de ello? Ahí, creo yo, radica uno de los grandes problemas de la lucha de las mujeres en occidente. Ese fenómeno, que podríamos denominar el síndrome de todos sabemos, nos invita a pasar página e invertir nuestra indignación en lo que ocurre en otras culturas, porque en la nuestra todos sabemos que se ha avanzado mucho. Por esta razón, aquellos y, sobretodo, aquellas que persisten en denunciar las desigualdades e injusticias que sufren nuestras conciudadanas, son censuradas porque se obstinan en recordarnos lo que todos sabemos.
La representación que nos hacemos de una injusticia, está determinada por el rigor con que la observamos. Debemos provocar, sacudir y despertar nuestra mirada. Debemos deshacernos de la capa de polvo que cubre lo que todos sabemos y redescubrir a las mujeres en toda su grandeza y con la consideración que se les debe.
El arte de la narración nos invita, por un momento, a cerrar los ojos para distanciarnos de la realidad. Esa es la fuerza del cuento. Curiosamente el cuento se zambulle en la mentira para abrazar la verdad, su verdad. ELLA Y MI GÉNERO no propone ni consignas, ni estrategias, ni un análisis político; el arte no tiene el poder de cambiar la realidad, pero –eso sí– tiene el poder de agitar y provocar un cambio en la manera de mirarla. ELLA Y MI GÉNERO presenta una serie de cuentos sobre temas como la maternidad, la violencia o la dictadura del complejo moda-belleza. Son cuentos que evocan los primeros planos de la injusticia, son retratos de mujeres que, con su ternura, sus heridas y su gloria, hacen frente a la injusticia y sus contradicciones. Con respeto y curiosidad, ELLA Y MI GÉNERO expone sobre el escenario los elementos que invitan al espectador a la reflexión. Es él, ella, el espectador, la espectadora, quien deberá componer sus conclusiones.
ELLA Y MI GÉNERO comparte una mirada crítica. Es –no lo olvidemos– la mirada de un hombre, blanco, en principio heterosexual, con pasaporte europeo, residente belga y para más inri catalán. Esa mirada, mi mirada, es como mi propia identidad, siempre a la merced de mi empatía, y si hoy soy Alberto García, puede que me levante mañana siendo Salvador Allende, o palestino, en cualquier momento puedo ser negro, indio o musulmán, soy homosexual, puedo ser el discapacitado indignado ante un ascensor averiado y siempre seré Hiroshima y Auschwitz. En ese sentido, y dejando claro que corresponde a las mujeres el papel de ser las arquitectas de su liberación, yo soy las mujeres, nosotros somos las mujeres. Las injusticias que sufren están enraizadas en las tripas de toda la humanidad; son “nuestras injusticias” y nosotros, hombres y mujeres, no podemos permanecer indiferentes. La lucha por los derechos de las mujeres está íntimamente ligada a la lucha por los derechos humanos. Es cierto que en occidente los derechos de las mujeres han avanzado considerablemente comparándolos a otras culturas y otros tiempos. Pero esos derechos son muy frágiles ya que, como nos advertía Simon de Beauvoir:
“No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se pongan en tela de juicio.
Esos derechos no estarán nunca garantizados. Deberéis estar vigilantes durante toda vuestra vida.”
Con ELLA Y MI GÉNERO aporto mi granito de arena.
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Distribución
Autor e intérprete Alberto García Sánchez.
Asistencia dramatúrgica Magali Armengaud
Traducción al castellano Maria García Granell
Colaboración artística Sigrun Kilger
Manon Dumonceau
Anne Marchionini
Producción Théâtre Octobre asbl
Festival Interculturel du Conte de Montréal
Conte et Littérature de Bélgica
Festival Contes Givrés de Francia.
Con la ayuda de la Charge du Rhinocéros, el Centro Cultural Les Riches-Claires de Bruselas y Spain Arts & Culture de la Embajada de España en Bélgica.
La prensa ha dicho...
La nueva creación del narrador, actor y director de teatro Alberto García Sánchez, Ella y mi género, estrenada en Montreal el 27 de octubre de 2017, aborda el tema de la situación de las mujeres en nuestra sociedad, y más exactamente, la manera que tenemos, hombres y mujeres, de observar esa realidad. Fruto de un encargo realizado por Stéphanie Bénéteau, directora artística del Festival Internacional del Cuento de Montreal, en el marco de una parte específica de su programación llamada “Mujeres de aquí, mujeres del mundo” que pretende que la palabra sobre la condición femenina sea encarnada no solo por narradoras, sino también por narradores, este espectáculo es un auténtico logro, un acierto, además de una verdadera joya de delicadeza, humor y virtuosismo verbal.
“este espectáculo es un auténtico logro, un acierto,
además de una verdadera joya de delicadeza, humor y virtuosismo verbal..”
Como ya hizo en su anterior espectáculo “Cachivache”, Alberto García Sánchez destaca en el arte de jugar con las palabras, de generar multitud de imágenes a partir de situaciones aparentemente anodinas. Partiendo de la idea, ya utilizada en cine y teatro, del intercambio de cuerpos entre un hombre y una mujer, en este caso concreto, entre él y su esposa, Alberto presenta una serie de historias –crónicas de la vida cotidiana, historias personales y motivos que se inspiran en los cuentos tradicionales–, alrededor de la situación de las mujeres, de las diferencias de género, jugando hábilmente con los clichés y estereotipos que sobre este tema no faltan. Si el humor acompaña esta creación y el público se ríe con ganas frente a la comicidad de algunas situaciones, la emoción y la tragedia también están presentes, sobre todo en los momentos en que evoca la relación con su hija adolescente o el drama de la violencia ejercida a las mujeres, en particular la historia de la joven de 18 años violada y asesinada por dos hombres en una playa de Ecuador, descubierta en la sección de sucesos de un periódico y que actúa como una especie de hilo conductor del espectáculo. Con esta nueva creación, “Ella y mi género”, Alberto García Sánchez eleva de nuevo la narración a un nivel de excelencia realmente apreciable, capaz de seducir a todo tipo de público.
Cristina Marino, periodista de Le Monde
Crónica del Festival Palabras al vuelo
Ella y mi género: el arte de la resistencia
Montreal, 2017. Se estrena Elle et mon genre, un encargo de la directora artística del festival de cuentos de la ciudad, Stéphanie Bénéteau, que busca espectáculos sobre la condición femenina que sean encarnados por narradoras ¡y narradores! Sí, hombres, precisamente hombres, ¿cómo no van a ser hombres también? El elegido es el actor, dramaturgo y narrador Alberto García Sánchez.
El espectáculo gira por Canadá, Francia, Suiza y Bélgica. “Es un auténtico logro, una verdadera joya de delicadeza, humor y virtuosismo verbal”, dice Le Monde. Todo aquel que estuviera ayer noche en el Teatro de Tías (Lanzarote) escuchando las carcajadas, los silencios y los aplausos estará asintiendo con la cabeza.
Alberto juega con las palabras, las dobla, las pule, confronta sus dobles sentidos, las elige como el chef con constelaciones Michelin elige las especias, las proporciones y los tiempos, para crear un espectáculo brillante que habla del significado de ser mujer. Habla también del reto y de la angustia que supone para un artista, hombre, blanco, heterosexual, escribir y llevar a escena un texto sobre las mujeres.
A punto de negarse y de sugerir otro tema donde sentirse más seguro —la lucha de clases, por ejemplo— una noticia en el periódico le hace cambiar de opinión. Es el asesinato de una mujer de 18 años en una playa de Ecuador y la humillación posterior a la que es sometida su memoria. “¿Cómo iba vestida? ¿Había bebido? ¿Qué hacía sola por ahí?”. La foto del periódico le habla. “¿Estas heridas a quién pertenecen?, inquiere la foto de la mujer. ¿Acaso no son suyas, nuestras también?
Del drama a la comedia en tres segundos. Alberto es un Lamborghini del ritmo y de la verdad. Así es la vida: la luz se convierte en sombra sin que apenas nos de tiempo a pestañear. Que el estreno en español de esta obra de arte sea en un pueblo llamado Tías no deja de ser un maravilloso chiste. Ironía, humor para identificar la realidad, para sobrellevarla, para cambiarla.
Ciudades que miran a las mujeres de distinta forma que a los hombres. Comportamientos (seguridad, confianza en uno mismo, coraje, responsabilidad, una copa de whisky) que atribuimos a los hombres y que creemos excepcionales en las mujeres. Clichés, tópicos grabados a fuego en nuestros cerebros, mujeres a las que se les aparece el hijo que han decidido no tener por la presión social que dictamina que la realización femenina pasa, sí o sí, por la maternidad.
Con sus palabras, con su cuerpo, con su mirada, con todo su yo, sea el de él o el de ella, Alberto narra con todos los poros de su cuerpo: nos traslada a un hospital en la revolución sandinista, al estudio de una pintora, al conciliábulo de las reencarnaciones (¡qué maravilla de ficción politeísta!), a un bosque, un palacio, a la habitación de una adolescente…
La belleza, la dictadura de los cuerpos perfectos impuesta por el mercado, las mil y una estratagemas de poder político y religioso para dividir y manipular, el machismo acostumbrado, identificado como problema crónico, el “algo habrá hecho”…
Ayer noche, en Tías, Alberto agradeció el prolongado aplauso del público, con espectadores puestos en pie, diciendo que la organización de un festival como Palabras al Vuelo es un acto de resistencia. Ella y mi género también lo es. Alberto García Sánchez ha creado un espectáculo trepidante, que emociona, indigna, autodescubre y genera unas revolucionarias ganas de pasar de la palabra a la acción.
CRÓNICAS de ESPECTÁCULOS del 22 de octubre de 2018